El Trastorno Específico del Lenguaje (TEL) es un trastorno del lenguaje que se prolonga en el tiempo y que afecta a la adquisición del lenguaje desde sus inicios como un retraso del lenguaje en edades tempranas. Anteriormente, este trastorno podía denominarse Disfasia.
La prevalencia de este trastorno del lenguaje es alta; el porcentaje de niños y niños con TEL es aproximadamente un 6% en edad escolar entre los 5 y los 8 años.
Numerosos autores apuntan que un significativo porcentaje de niños con TEL presentaron un inicio tardío del lenguaje (Martos, 2016; Aguado, 2015).
Este trastorno del lenguaje puede afectar a uno, varios, o a todos los componentes de la comprensión o expresión del lenguaje, en los aspectos léxicos, fonológicos, morfosintácticos y/o en el uso del lenguaje y comunicación en base a la edad cronológica del niño y en el uso de su lengua materna.
Previo al diagnóstico de TEL debe existir un retraso del lenguaje de al menos dos años.
Los indicadores y síntomas lingüísticos del TEL pueden ser muy heterogéneos, y por ello resulta clave en el diagnóstico la evaluación y observación de todos los ámbitos lingüísticos y conductas comunicativas del niño.
A pesar de la gran heterogeneidad de los perfiles de TEL, la ASHA (American Speech-Language-Hearing Association) apunta que los niños con TEL suelen presentar dificultades en el procesamiento del lenguaje o de abstracción de la información significativa para su almacenamiento y recuperación en la memoria a medio y largo plazo.
Algunos de los criterios y especificaciones necesarias para el diagnóstico de TEL son los siguientes: