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    La afasia es un trastorno del lenguaje expresivo y/o receptivo que aparece como consecuencia de una lesión cerebral localizada en las áreas del lenguaje del hemisferio izquierdo, tanto en adultos que ya lo han adquirido como en niños que se encuentran en proceso de su adquisición.

    Esta patología se puede entender como un deterioro adquirido del lenguaje, que puede causar dificultades en todas las modalidades del lenguaje oral, escrito y gestual o mímico, manifestando déficits en la producción, comprensión, lectura y escritura.

    En la gran mayoría de los casos, esta patología surge como consecuencia de un daño cerebral en el hemisferio izquierdo, catalogado históricamente como el hemisferio dominante para el lenguaje, pero en raras ocasiones también puede ser provocada por daños en el hemisferio derecho.

    La mayoría de pacientes con afasia también manifiestan otras alteraciones logopédicas, como la disfagia o la disartria.

    Causas de las afasias:

    Esta patología lingüística puede ser causada por daños cerebrales muy diversos pero a continuación se resumen los más frecuentes:

    • Traumatismo cráneo-encefálico.
    • Ictus o accidente cerebro-vascular.
    • Enfermedades neurodegenerativas dónde aparece un deterioro progresivo de las capacidades, como la enfermedad de Alzheimer.
    • Tumores cerebrales.
    • Infecciones cerebrales, como por ejemplo la encefalitis herpética.

    Tipología y sintomatología:

    En función de la extensión de la lesión,  la localización de esta en los diversos lóbulos cerebrales y la sintomatología del paciente se puede distinguir entre los siete tipos de afasia, aunque las formas más frecuentes en la actualidad son la Afasia de Broca (o motora) y la Afasia de Wernicke (o sensitiva).

    • Afasia de Broca o motora: Localizada en el área de Broca, correspondiente al lóbulo frontal lateral izquierdo extendiéndose a tejidos adyacentes, en la mayoría de los casos provocando lesiones extensas. En este tipo de afasias predominan las dificultades de expresión del lenguaje, provocando una expresión no fluida, con dificultades de articulación del lenguaje manifestadas por diferentes fenómenos como el agramatismo, anomias y las parafasias, pero con una comprensión del lenguaje preservada.
    • Afasia de Wernicke o sensitiva: Localizada en el área de Wernicke correspondiente al lóbulo temporal izquierdo. En función de la localización anatómica de la lesión dentro del área de Wernicke se diferencian dos tipos de afasia de Wernicke; la primera con predominio temporal dónde aparecen marcados déficits en la comprensión de términos aislados mientras que disminuyen dentro de un contexto marcado, y la segunda como consecuencia de un fallo en las conexiones visuales donde se manifiestan mayores dificultades en la comprensión del lenguaje escrito y dentro de un contexto, pero con una mayor comprensión de palabras aisladas.

    En general la afasia de Wernicke se caracteriza por un importante trastorno de la comprensión del lenguaje y dificultades para acceder a las palabras adecuadas (anomia) acompañado de una buena producción y una expresión fluida.

    • Afasia de conducción: Esta afasia se localiza en el lóbulo parietal izquierdo, provocando un lenguaje espontaneo fluido pero con dificultades de repetición, escritura y acceso al léxico (anomia) pero con una comprensión relativamente preservada.
    • Afasia sensorial transcortical: Esta forma de afasia de localiza en los lóbulos temporales y parietales del hemisferio izquierdo, provocando un cuadro de dificultades similar al de la Afasia de Wernicke.
    • Afasia motora transcortical: Esta afasia se localiza en el lóbulo frontal, la expresión del lenguaje es no fluente y presenta una sintomatología parecida a la de la Afasia de Broca, pero en este caso los déficits en la producción del habla se centran mayormente en la iniciación y la espontaneidad, así como dificultades de acceso a léxico.
    • Afasia global: La afasia global puede localizarse en los lóbulos frontal, temporal y parietal del hemisferio izquierdo. Provoca una expresión del lenguaje no fluente con dificultades en la expresión y en la comprensión. Esta afasia provoca un trastorno del lenguaje muy severo, ya que tanto la producción del lenguaje como la comprensión de este se encuentran alteradas.
    • Afasia mixta transcortical: Esta afasia se puede localizar en los lóbulos frontal, temporal y parietal del hemisferio izquierdo. También se conoce como Síndrome de aislamiento del área del lenguaje y es consecuencia de múltiples lesiones. Se considera una afasia no fluente ya que conlleva un trastorno severo del lenguaje (en algunos casos llegando al mutismo) así como de comprensión. En la mayoría de casos se conserva la capacidad de repetir el lenguaje pero está es limitada.

    Por último, durante los últimos años ha existido el debate sobre una octava forma de afasia, la afasia anómica o nominal. Esta afasia se caracteriza por una dificultad de acceso al léxico, dónde los pacientes manifiestan dificultades para encontrar las palabras de uso común adecuadas. Tal dificultad se conoce como anomia y es un síntoma presente en la mayoría de afasias. Ahora bien, la tendencia actual marca que si los déficits de lenguaje se reducen a dificultades de acceso al léxico sin aparecer otras dificultades se trata de una afasia anómica, mientras que si cursa con más dificultades la entenderíamos como parte de otra afasia (como por ejemplo como un síntoma dentro de la afasia de Wernicke).

    Evaluación:

    Para obtener una visión general de las dificultades del paciente es necesario hacer una valoración inicial completa, centrada en los déficits de lenguaje y comunicación y evaluando todas posibles modalidades lingüísticas.

    Algunas pruebas que podrían utilizarse para dicha evaluación podrían ser el Test de Denominación por Confrontación Visual de Boston o el test de fluencias, con el fin de valorar los déficits de acceso al léxico del paciente, el Test Token para valorar la comprensión, la conversación espontánea para obtener una visión general de las habilidades lingüísticas del paciente y la repetición de fonemas, sílabas y palabras para evaluar la producción del lenguaje.

    Todo esto siempre deberá ir acompañado de una valoración psicológica completa realizada por un psicólogo, ya que al tratarse de un trastorno tan incapacitante suelen ser comórbido con dificultades emocionales.

    Tratamiento:

    En función de las características del paciente, así como su lesión y la forma de afasia que presente, se pueden establecer diversas líneas de tratamiento centradas en las habilidades afectadas y con objetivo común de mejorar la calidad de vida del paciente, así como sus habilidades lingüísticas y sociales.

    Es muy importante realizar este tratamiento con un equipo multidisciplinar, a fin de poder contar con un psicólogo, un terapeuta ocupacional, un logopeda y un neurólogo para poder ofrecer el máximo de posibilidades al paciente.

    La colaboración de la familia también es muy importante en este tipo de trastornos del lenguaje, ya que en la mayoría de los casos las afasias provocan trastornos muy incapacitantes, y suelen provocar un fuerte impacto emocional, psicológico y social. En este aspecto el papel de los profesionales que trabajen con el paciente es guiar a los familiares para utilizar las estrategias y pautas comunicativas más beneficiosas para el paciente y resolver todas las posibles dudas.

La afasia en niños y adolescentes

La afasia es un trastorno del lenguaje poco común en niños y adolescentes pero también puede aparecer por una enfermedad neuro-infecciosa, traumatismos cráneo-encefálicos y tumores.

La sintomatología presente en este colectivo, así como su clasificación, es similar a la de los adultos, con pequeñas variaciones, como por ejemplo normalmente mayores trastornos de expresión que de comprensión.

No obstante, cabe destacar un síndrome que puede causar con afasia y es propio de la edad infantil, el denominado Síndrome de Landau y Kleffner. Este síndrome está caracterizado por un deterioro progresivo del lenguaje oral, con anomalías en pruebas electro-fisiológicas, crisis epilépticas y alteraciones del comportamiento. Puede aparecer desde los 18 meses a los 13 años de edad en niños sin alteraciones motoras aparentes hasta el inicio del síndrome, aunque en la mayoría de los casos suele aparecer en torno a los 5-7 años.