Cómo debemos educar hoy en día en la cultura del esfuerzo

Cómo debemos educar hoy en día en la cultura del esfuerzo

Sapos y Princesas, El Mundo, 10/08/2019

En la actualidad, en general, a diferencia de generaciones pasadas, nos encontramos ante un contexto diferente, es decir, existen factores que facilitan la probabilidad de la no aparición de la conducta del esfuerzoEva Torreblanca, psicóloga experta en educación en Itadde, lo explica.

Es importante tener en cuenta la connotación inherente de dicho concepto según para qué persona y, por lo tanto, la función implicada en ella. Para algunas refleja satisfacción y resultados; mientras que, para otras, puede representar algo aversivo, tal como sacrificio, desgaste o cansancio, lo que lleva a desarrollar una serie de reglas verbales que influirán en la aplicación de dicha conducta del esfuerzo. Por ello es importante tener en cuenta siempre el contexto.

Atendiendo a lo anterior, encontraremos diferentes maneras de educar respecto a esta cultura. Por un lado, el hecho de contar en muchas ocasiones con más facilidades y recursos en relación a otras épocas o situaciones personales, hará que el empeño pueda perder fuerza a la hora de adquirir cosas o acercarse a aquello que es importante para cada cual, incluso evitar el sacrificio o sufrimiento adherido. No obstante, ante la falta de recursos o dificultad en algunos aspectos, podría adquirir mayor presencia.

Conducta del esfuerzo

¿De qué depende la conducta del esfuerzo? 

¿Es beneficioso educar en base a este valor o perjudica? ¿hacia dónde nos dirigimos? Hoy en día podemos observar socialmente cómo en muchas parcelas de la vida (estudios, hobbies o trabajo) existe una estructura que refuerza parcialmente el sacrificio. Dicho de otro modo, no hay un buen desarrollo de la motivación en muchas ocasiones, ya que suele estar expuesta al corto plazo y no tanto al largo plazo, donde las consecuencias de la obtención de metas, están “impuestas” pero no existe una elaboración natural de la misma. Se tiende a reforzar el resultado más que el empeño, perdiendo generalmente el sentido de la realización de las cosas o lo que es lo mismo, la conexión con lo que queremos conseguir.

De tal manera que la motivación adquiere un papel extrínseco, sin llegar a profundizar hacia lo intrínseco. Con todo ello es probable que nos acerquemos al desgaste y a la frustración.

En definitiva, educar en la cultura del trabajo duro es beneficioso y favorece la conformación y mantenimiento de la motivación, las ganas, la ilusión por hacer las cosas, y el desarrollo de la ética, moralidad y la autopercepción, dándole sentido a la ejecución diaria de la conducta del esfuerzo. Pero como todo, desde un punto intermedio, manteniendo el equilibrio, ya que los extremos pueden llevar a situaciones perjudiciales. Por lo tanto, es importante tener en cuenta algunos aspectos al respecto:

  • Debemos dejar que la conducta del menor tenga sentido en sí misma. A pesar de tener mayores recursos y poder ofrecérselos como padres o como profesores.
  • No sobrepasar la exigencia ni infravalorar los esfuerzos y avances realizados. Así evitaremos frustraciones, abandonos y sensación de sacrificio o sufrimiento.
  • Comenzar reforzando la pauta desde fuera hacia adentro. Esto es, ayudarnos de refuerzos externos, pero conectar con las consecuencias naturales del propio comportamiento. Por ejemplo, “tienes que estudiar y punto o “te mando a un internado” vs. “si estudias estarás más cerca de ser un gran arquitecto (suponiendo que es lo que le mueve en este ejemplo al niño)”.
  • Reforzar el proceso y no tanto los resultados. Estos últimos son importantes, pero no suficientes. En el propio camino de llegar a la meta, estamos obteniendo el objetivo en sí mismo (autoconfianza).
  • Evitar ofrecer la solución o la respuesta, poniendo el foco en el “¿PARA QUÉ?”. Por ejemplo “¿para qué estudio?” o “¿para qué voy a esforzarme en hacer un buen trabajo?”.
Leave a reply