Cómo lidiar con la culpa cuando le ocurre algo a nuestros hijos por un descuido nuestro

Úrsula Perona, Sapos y Princesas, El Mundo, 01/02/2019

Los niños son exploradores natos, sienten curiosidad por todo lo que les rodea y van a lugares que uno nunca esperaría, especialmente si ven algo nuevo o diferente. Por ejemplo, estamos en el salón y nuestro hijo está jugando ensimismado con sus juguetes, decidimos que es un buen momento para ir a echarle un vistazo a la comida y cuando volvemos lo encontramos subido a la mesa más alta y con algún objeto punzante o peligroso a su alrededor, ¿cómo ha conseguido llegar ahí tan rápido? A los padres muchas veces nos gustaría tener ojos en todas partes para proteger a los niños de los peligros que les rodean, pero eso no siempre es así y existen situaciones comunes en las que por un descuido se hacen daño o corren algún riesgo.

Según la Asociación Española de Pediatría, las principales causas de lesiones por edades suelen ser:

  • De los 0 a los 6 meses: por caídas desde altura y accidentes de tráfico.
  • De los 6 meses a los 3 años: su movilidad va aumentando progresivamente y aún no son conscientes de los posibles peligros, lo que les lleva a sufrir más golpes, intoxicaciones, atragantamientos, quemaduras y accidentes de tráfico.
  • De los 3 a los 6 años: las principales causas de lesiones siguen siendo las mismas que en la etapa anterior pero en esta edad su comprensión es mayor, por lo que prevenirles de los posibles peligros adquiere mayor importancia.
  • De los 7 a los 12 años: vienen principalmente por golpes relacionados con la práctica deportiva.

Siempre queremos lo mejor para nuestros hijos y nos encantaría meterlos en una burbuja en la que no les pasase nunca nada malo, pero lo cierto es que somos humanos y todos podemos tener un descuido. La mayoría de niños sufre algún que otro susto durante la infancia. ¿Cómo lidiamos entonces con la culpa?, ¿cómo manejamos el típico remordimiento de “y si no me hubiese despistado”? Cuando un error se convierte en nuestro juez y dicta sentencia.

Cómo quitarse la culpa de un descuido 

La culpa es un sentimiento tan poderoso como complejo cuya función principal es la de reconocer los errores y poner en marcha conductas de ajuste y reparación, pero ¿qué sucede cuando se intensifica? Es entonces cuando se convierte en una fuente de dificultades y desórdenes emocionales.

Es desadaptativo y aparece cuando actuamos como jueces severos con nosotros mismos, valorando lo que hacemos de una manera inflexible e impartiendo un castigo excesivo en forma de intenso malestar. Para poder lidiar con ella debemos tener en cuenta algunos aspectos.

1. Aceptar que los errores forman parte de la persona

No nacemos sabiendo ser padres ni tenemos una bola del futuro que nos diga cuándo estar encima de nuestros hijos, aceptar que podemos fallar es clave para el aprendizaje y el cambio, no es un signo de torpeza o fracaso.

2. Admitir que no somos perfectos y que nadie lo es

Ser padres no conlleva ser perfectos. Solemos autoexigirnos más de lo que podemos dar.

3. Expresar nuestros sentimientos en voz alta

Debemos exteriorizar verbalmente a los niños lo mucho que lo sentimos y pedirle perdón por el daño causado. Aunque sean pequeños y pensemos que no lo va a comprender, pronunciar en alto el arrepentimiento nos puede rebajar el sentimiento.

4. Responsabilizarnos de nuestros actos

Sustituir la culpa por la responsabilidad, pues esta es una actitud hacia el presente y el futuro, mientras que la culpa sólo mira al pasado.

Es nuestra responsabilidad cuidar a nuestros hijos y estar atentos a ellos, pero no podemos evitar al 100% que pueda sucederles algo, independientemente de un descuido. Debemos asumir una actitud de cuidado y supervisión, y asumir que siempre hay un riesgo que no depende de nosotros.

El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida – Oscar Wilde.

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